Las enseñanzas y claves para abordar la adolescencia que deja Intensamente 2
La directora de la Clínica de Atención Psicológica (Capsi), sede Casona de Las Condes, de la Universidad Andrés Bello, María Pilar Palacios, se refiere a la complejización de las emociones en la adolescencia.
Hace unas semanas se estrenó la secuela de Pixar, Intensamente 2, que ha tenido un gran éxito transformándose en la película más vista en la historia de Chile. Esta aventura animada narra la vida de Riley, una niña y ahora adolescente, que transita y nos muestra sus emociones en la pantalla grande.
En esta entrega, la cinta nos cuenta todo lo que ha sucedido a nivel emocional, a partir del crecimiento de Riley, y cómo se caracterizan las nuevas emociones que habitan a su protagonista. Si antes existían emociones básicas como son la alegría, tristeza, miedo, ira o desagrado, propias de la infancia, ahora la adolescente conocerá nuevas emociones como la ansiedad, envidia, vergüenza y aburrimiento.
Todo esto ocurre en medio de un campamento deportivo, donde el sentido de pertenencia con sus pares y su búsqueda de identidad propia, más allá de su familia, juegan un rol fundamental.
Sobre esto, María Pilar Palacios, psicóloga y directora de la Clínica de atención psicológica (Capsi), Campus Casona de Las Condes, de la Universidad Andrés Bello (UNAB), argumenta: “Cuando los niños son chicos, viven bajo los códigos de sus padres, en cambio al llegar la adolescencia hay cambios biológicos, socioculturales y empiezan a realizar un cambio de código hacia sus pares. Esto involucra muchos cuestionamientos y preguntas, que quedan muy bien retratados en esta película. Intensamente 2, nos ayuda a meternos en el mundo subjetivo de una adolescente en ese proceso de cambio de códigos, porque a medida que Riley va creciendo, necesita poder encontrar su lugar en el mundo, necesita poder encontrar su lugar de pertenencia”.
Una de las emociones que más importancia adquiere en la vida de Riley y en la cinta es la ansiedad. Graficada en un color naranjo y siempre en una condición exaltada, generando posibles escenarios mentales sin parar, esta emoción lidera a las otras en el inicio de la adolescencia de su protagonista. A través de la escena de un evidente ataque de ansiedad que sufre la protagonista, esta emoción es apaciguada por las otras, buscando el equilibrio emocional necesario para todo ser humano.
“Si bien es una película que tiene un trasfondo psicológico, no obliga a patologizar la adolescencia. Riley tiene una crisis de ansiedad, pasan mil cosas en su cabeza y en su mundo, pero Riley logra contenerse y logra esto gracias a que va ganando autonomía en ese momento, no gracias a un psicólogo. Un grupo de pares contiene a Riley y eso logra calmarla de su crisis de ansiedad. En ese sentido, yo creo que es una película que ayuda a los padres a mirar con calma y darse cuenta de que el adolescente en compañía de los padres, sin sobreprotección y confiando en lo entregado también puede, la mayoría de las veces, salir de sus crisis sin la ayuda de un profesional”, agrega sobre esta dimensión la académica María Pilar Palacios.
Sabemos de sobra que la película está enfocada en la vida de Riley, pero también tiene un guiño bastante significativo a sus padres. Sobre esto, María Pilar Palacios, agrega: “Si los padres tienen preguntas sobre la adolescencia de sus hijos, que los padres pidan ayuda. Muchas veces las preguntas no son del adolescente, sino que son de los padres. Y las inseguridades propias también vienen de los padres, porque el adolescente lo esté pasando bien o mal, está en un viaje de descubrimiento de sí mismo y el mundo”.
La adolescencia es una etapa en las que los niños y niñas tienen que ir integrando todas las partes de sí mismos, las que venían con ellos desde la infancia y las nuevas por descubrir con sus pares. Es en este proceso en que las cosas van cambiando, algunas se destruyen y otras se construyen como jamás se había pensado.
Esto se ve retratado en la película a través de los vínculos amistosos de Riley. “A medida que Riley toma cierta decisión u otra, los pilares de su corriente de conciencia, donde está su esencia, se van destruyendo y las emociones que estaban ahí van encontrando otros lugares para existir. Todo va cambiando de manera muy rápida, pero no es como que el adolescente quede pobre de contenidos o que su mundo interior quede destruido, sino que sigue existiendo, pero de otra forma. Los recuerdos están, los pilares de su mundo también, pero algunos referentes se caen, muy propio de la etapa que atraviesan”, finaliza María Pilar Palacios.
Esta noticia aparece primero en: El Dinamo